Pleno – Almuerzo con Manuel Pizarro
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DE AVE
Estimados amigos de AVE, es para nosotros un privilegio contar con la presencia de Manuel Pizarro, candidato al congreso y potencial ministro de Economía del gobierno de España.
Manuel Pizarro, uno de nuestros más insignes líderes del mundo empresarial, no precisa presentación, pues de todos es conocida su trayectoria profesional.
Querido Manolo, ¡sé bienvenido a este Pleno de la Asociación Valenciana de Empresarios!
En esta intervención no voy a centrarme en las cuestiones de Estado que preocupan de manera especial a la Comunitat Valenciana, dado que ya tuvimos oportunidad de planteárselo a los candidatos al Congreso por nuestra Región la semana pasada. Me centraré en las cuestiones más generales de la economía y la política económica española.
La economía española en general, y la valenciana en particular, han disfrutado de un largo periodo de crecimiento y bonanza que ha mejorado sensiblemente nuestra posición económica en el contexto de la Unión Europea y nos ha convertido en la octava potencia económica del mundo.
Nuestro crecimiento de los últimos años ha sido impulsado fundamentalmente por el sector de la construcción y la demanda interna, con escasa incidencia en la productividad y el conocimiento, estimulándose más la inmigración que el desarrollo del capital humano.
Esta bonanza ha desviado capacidades empresariales y recursos estratégicos de las actividades intensivas en conocimiento y ha hecho bajar la guardia en cuestiones tan fundamentales como la educación, el sistema de innovación y la política industrial.
Paralelamente, la tasa de inflación se ha mantenido en los últimos años entorno a un punto por encima de la media de la Unión Europea, siendo en este momento la mayor de la Zona Euro, reduciendo sistemáticamente nuestra competitividad. Esto indica que las causas son fundamentalmente estructurales y que hemos hecho poco para resolverlo.
Como consecuencia de la relativamente alta tasa de crecimiento y la pérdida de competitividad, así como de nuestra fuerte dependencia energética del exterior, nuestra balanza comercial y por cuenta corriente se han venido erosionando, presentando déficits insostenibles a largo plazo.
Pero este modelo de crecimiento no podía durar siempre, como AVE viene advirtiendo desde hace años, y la crisis financiera y de la vivienda originada en Estados Unidos ha precipitado su final.
En la actual situación nos encontramos con que:
1) El desempleo está creciendo, alcanzándose en enero una tasa del 8,8%, la mayor de la Zona Euro, y se estima que llegaremos al 9% a finales del 2008, y al 10% en 2009.
2) Los precios del petróleo, del gas y de las materias primas y alimentos siguen subiendo sistemáticamente, lo que para nosotros es más grave, dada nuestra fuerte dependencia del exterior en particular por lo que se refiere a los hidrocarburos.
3) Nuestra posición competitiva se está deteriorando y el país está perdiendo rápidamente puestos en el ranking de competitividad de los países desarrollados, con las consecuencias que esto tiene para el crecimiento y la atracción de inversiones.
4) El pesimismo entre los agentes económicos y los consumidores se está agudizando, afectando a las expectativas, variable clave en la evolución de la demanda y la inversión.
5) El bajo nivel de formación de nuestra fuerza de trabajo, especialmente de los niveles intermedios, las deficiencias de nuestro sistema educativo y la insuficiente flexibilidad de nuestro mercado de trabajo, dificultan la adaptación del sistema económico al nuevo escenario.
6) La crisis de confianza que atenaza al sistema financiero se ha traducido en restricción y encarecimiento del crédito para la economía productiva.
7) No tenemos ya el recurso a la devaluación, como antes, ni el Banco Central Europeo se muestra favorable a una reducción de los tipos de interés que pudiera aliviar la situación de las familias endeudadas y de las empresas.
La situación actual de turbulencias de la economía española es compleja y muy distinta, a la de otras épocas. Esto exige innovación en la política económica e imaginación en los responsables de la misma.
Es verdad que contamos con un superávit presupuestario acumulado y un aligeramiento de la deuda pública, que nos permite cierto margen de maniobra. Pero si este margen no lo administramos inteligentemente y nos dejamos llevar por promesas para todos, al calor de la confrontación electoral, podemos dilapidarlo en poco tiempo y con acciones poco eficaces para reforzar nuestro sistema económico.
Para superar las dificultades actuales y adaptar nuestro sistema económico al escenario de la economía global y del conocimiento, lo primero que necesitamos y lo más importante es que los responsables de la política pública creen confianza en el futuro.
Para ello es necesario lograr estabilidad política y social, diseñar de forma consensuada una hoja de ruta entre los principales partidos políticos y los agentes económicos y sociales y llevarla a la práctica de forma seria y decidida.
Cuando la economía va bien, los partidos políticos pueden permitirse la tensión y la confrontación sobre temas como el terrorismo, la inmigración o los estatutos de autonomía. Pero cuando el horizonte económico está plagado de nubarrones y la economía necesita de importantes reformas estructurales, los partidos de gobierno están obligados a cooperar entre ellos y con la sociedad civil, para eliminar incertidumbre y allanar el camino a las fuerzas del mercado.
Gane quien gane estas elecciones generales, el sentido común y la responsabilidad exigen de nuestros políticos generosidad, inteligencia y altitud de miras. En caso contrario será el país quien lo sufra, y con ello la confianza de los ciudadanos en los políticos.
Estoy convencido de que como hombre de empresa, inteligente y generoso, Manuel Pizarro comparte este discurso y hará lo que esté en su mano para llevarlo a la práctica desde su alta responsabilidad en el Partido Popular.
Escuchemos ahora tus propuestas.
Tienes la palabra.