El Agua, una Cuestión de Estado
La sociedad de hoy, y en un escenario bien distinto al de hace sólo dos generaciones, debe resolver unos problemas de complejidad creciente. Y aunque, sin duda, la tecnología actual ayuda a resolverlos, ni la cultura de la ciudadanía, ni las estructuras encargadas de gestionar el agua ni, en fin, los privilegios ancestrales (vigentes están derechos históricos con siglos de antigüedad) han sido adecuados al nuevo contexto. De ahí la extrema dificultad de introducir cambios estructurales, una dificultad acrecentada por la facilidad con que el discurso fácil y demagógico llega al ciudadano y por la fragmentación de las competencias. Por ello sólo el análisis pragmático y carente de demagogia, permitirá desbloquear la situación actual y avanzar, por un camino angosto, de larga y compleja andadura, hacia la gestión sostenible del agua que exigen las generaciones venideras. De ahí la necesidad de acuerdos políticos. De ahí la necesidad de un pacto de Estado. De ahí que pragmatismo y consenso, ausentes en el discurso de hoy, constituyan la esencia de la primera y principal conclusión del análisis que sigue.