BALANCE 2008 y PERSPECTIVAS 2009
Autor: Francisco Pons Alcoy
Fecha: 3 de Febrero de 2009
Medio: El Boletín
BALANCE 2008 y PERSPECTIVAS 2009
La crisis financiera norteamericana iniciada en 2007 se ha extendido por todo el mundo durante el año 2008 y ha acabado estrangulado a la economía productiva y al consumo debido a la interacción entre restricción de la liquidez y restricción del crédito. Y todo ello se ha producido con una velocidad inusitada y efectos traumáticos.
Podemos hablar de la primera gran crisis global.
En España ha coincidido con que los principales sectores motrices del crecimiento de los últimos años, el de la construcción y el del automóvil, son muy sensibles a las crisis financieras y se están viendo seriamente perjudicados. En concreto, la crisis de la construcción y de las actividades adheridas, sitúan en serias dificultades económicas y financieras a las empresas, con el aumento de riesgo de préstamo por parte de los bancos. La sensación de riesgo se incrementa cuando algunas empresas reconocidas presentan suspensión de pagos.
Aunque la banca española está más saneada que la del resto del mundo en general, gracias al control de banco de España y a su condición de demandante de dinero del exterior, con objeto de financiar nuestro desquilibrado crecimiento (con un fuerte déficit externo), es precisamente ese endeudamiento externo, en un momento de crisis y desconfianza en el sistema financiero internacional, lo que estrangula su capacidad de atender a la actual demanda interna de crédito.
En suma, se ha entrado en una espiral de contracción del crédito y depresión de la economía, que es lo que explica la aguda disminución de la actividad productiva, la rápida reducción del empleo, el descenso acelerado de la demanda y de la inversión, el cierre de empresas y una acuciada y rápida reducción del consumo, con consecuencias, aunque desiguales, para todos los sectores productivos.
Esta crisis global se ha traducido en intentos inéditos, aunque tentativos y provisionales, de cooperación estratégica internacional, como ha ocurrido en la cumbre del Grupo de los 20 y los avances que se están produciendo en Europa.
El año 2009 debería seguir y profundizar esta línea de concertación de las estrategias internacionales de lucha contra la crisis económica y el cambio climático. Esta última acción, bien articulada y con la suficiente convicción, puede permitir crear nuevos estímulos económicos en sectores emergentes y de largo recorrido.
En el caso de España, 2009 será un año duro, con más paro y estancamiento del consumo, a pesar del relax que supone la disminución del euribor.
La política de choque del gobierno tenderá a atemperar el proceso de destrucción de empleo, pero no será suficiente para reactivar la economía. Entre otras cosas porque el modelo tradicional de crecimiento está obsoleto.
Nuestro futuro crecimiento sólo puede apoyarse en un sector motriz más diversificado (donde la construcción seguirá jugando un papel importante, aunque mucho más moderado), más sustentado en el conocimiento, la innovación y la internacionalización, capaz de posicionarse ventajosamente en la nueva trayectoria tecnológica y económica que el desarrollo sostenible requiere.
Los mercados internacionales tienen que ser nuestros referentes del futuro, y la creación de un sólido sistema de innovación que nos permita ser competitivos en el nuevo escenario, nuestro principal motor.
2009, a pesar de la dura coyuntura que promete, puede y debe ser un punto de inflexión y el principio de un resurgir sólido y sostenible. No podemos seguir atrapados en el miedo, buscando culpables y yendo cada uno por su lado, partidos políticos, organizaciones sociales y económicas, centros de I+D, centros de formación…
Contra la dispersión y la confrontación, debemos anteponer el diálogo constructivo, la gestión concertada de estrategias de estado y la cooperación leal en la acción.
Al igual que con la construcción de la democracia, nuestro país necesita el espíritu de la concertación creativa para construir una nueva economía y sociedad que elimine los males del presente y garantice un futuro prometedor para todos, en el que los valores más profundos del hombre sean el referente moral e institucional.
Para ello deberíamos centrar nuestra atención en cómo construir una gran coalición de desarrollo para poner en marcha planes, programas y proyectos de corto, medio y largo plazo, que al tiempo que mitiguen los problemas generados por la crisis, creen los trampolines que nos posicionen ventajosamente en la economía del futuro.