Que Valencia Sea Sede de la Copa América
Autor: Francisco Pons Alcoy
Fecha: 19 de julio de 2003Medio: Las Provincias
Los eventos deportivos y culturales internacionales atraen de manera especial el interés de los responsables públicos y no pocos actores privados, y esto no es casual. La cantidad de seguidores que tienen estos fenómenos, sean de masas o de elite, el dinero que mueven las competiciones y el alto poder de compra de muchos aficionados, hacen que estas concentraciones periódicas generen un importante flujo de recursos económicos hacia la ciudad y área agraciadas por la decisión de los organizadores.
En España tenemos buenos ejemplos de las consecuencias económicas y sociales que algunos eventos deportivos y culturales han tenido en la evolución de algunas ciudades. Los Juegos Olímpicos de 1992 constituyeron un hito en el desarrollo de la ciudad de Barcelona. Primero por el impacto económico directo y la gran transformación que su preparación generó en la ciudad y algunas de sus infraestructuras más importantes. Segundo porque supuso el que Barcelona fuese mucho más conocida a nivel internacional, al haberse centrado los medios de comunicación de todo el mundo en ella durante un dilatado periodo de tiempo. La Expo de Sevilla es otro ejemplo del impacto de los eventos internacionales sobre la dinámica de una ciudad. No sólo se benefició de un significativo flujo de visitantes durante y después del periodo de celebración, sino que las infraestructuras de comunicaciones (con el tren de alta velocidad, el primero en España, y el aeropuerto como ejemplos más notables) y la ciudad experimentaron grandes mejoras que han dejado sentir sus efectos hasta ahora.
La Copa América posiblemente no tenga la envergadura y el efecto cuantitativo que tuvieron los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla, pero estratégica y cualitativamente puede tener importantes consecuencias para nuestro desarrollo. Veamos algunas de estos efectos.
Atendiendo a la experiencia de Auckland, Nueva Zelanda, sede de la última Copa América, así como a las previsiones de participación en la edición de 2007, de la que Valencia es candidata, el evento atraería entre 1000 y 2000 participantes, más de 2000 periodistas y muchos miles de amantes de este deporte. Con una importante particularidad: se trata de personas con una relativamente alta capacidad de compra y relevancia social. El efecto económico directo que se prevé tendría este evento asciende a unos 1000 millones de euros en gasto adicional y unos 10000 puestos de trabajo nuevos durante el periodo de un año.
Lo más importante, sin embargo, para la economía y la sociedad valenciana sería el efecto indirecto e inducido que originaria la elección de Valencia como sede de la Copa América, siguiendo la estela marcada por las experiencias precedentes en España. En especial el impacto sobre las infraestructuras de comunicación, la mejora de los servicios y equipamientos urbanos, la publicitación internacional de Valencia y la Comunidad Valenciana, así como su incidencia en la dinamización social que la atmósfera creada por estos eventos tiene en las comunidades que los experimentan.
Un evento de alcance internacional es lo que la Comunidad Valenciana en general, y Valencia en particular, necesitan para clarificar el futuro de algunas infraestructuras estratégicas para su desarrollo. Tal es el caso del AVE, el Corredor Mediterráneo, el Aeropuerto, el Parque Central o los accesos al puerto de Valencia, cuya ejecución se viene posponiendo por unas u otras razones. Si Valencia fuese elegida sede de la Copa América, la incertidumbre sobre la finalización de dichas infraestructuras desaparecería y la fecha de puesta en funcionamiento se adelantaría, como más tarde a inicios del 2007, lo que supondría beneficios económicos muy superiores a los que el evento generaría directamente.
Es evidente que, al igual que ocurrió en Barcelona y Sevilla en 1992, la ciudad de Valencia experimentaría mejoras urbanísticas y en su dotación de servicios; y algunas operaciones urbanísticas emblemáticas (Prolongación de Valencia al Mar) y proyectos de gran impacto (Balcón al Mar) se verían finalmente culminados.
No menos importante es el efecto imagen y la proyección internacional de Valencia que este evento traería consigo, lo que constituiría un espaldarazo a un proceso de internacionalización de la ciudad, capital y centro urbano de primer nivel de la Comunidad Valenciana, de gran relevancia para su futuro desarrollo y el de la región.
Pero lo más relevante para el futuro desarrollo social y económico de Valencia lo constituye la oportunidad que esto genera de crear un proceso de acción concertada entre las instituciones públicas y la sociedad civil, inaugurando una experiencia de participación activa en la construcción de un gran proyecto de ciudad. Para sacarle el máximo partido a esta oportunidad, seria conveniente la creación de un foro que sirviese de nucleador de las fuerzas vivas de la sociedad valenciana en apoyo de la candidatura de Valencia como sede de la XXXII edición de la Copa América. Con esto se lograría el doble objetivo de movilizar e implicar a la sociedad en un proyecto de gran alcance y satisfacer uno de los requisitos que los organizadores del evento valoran mucho, y que es el respaldo colectivo a la Copa en la ciudad elegida.
Con la Copa América los valencianos nos jugamos algo más que participar en un evento internacional de gran relevancia. Somos conscientes de que el Ayuntamiento de Valencia está desarrollando una meritoria labor de preparación de la candidatura del Cap y Casal. Pero hay que ser consciente de que es en estas ocasiones cuando la sociedad y las instituciones públicas deben echar el resto, aunando esfuerzos y desplegando todos sus recursos. Es en estas ocasiones cuando puede calibrarse el poder de una sociedad.
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